sábado, 29 de noviembre de 2008

Garitos

La Bodega de Roberto el Pirata, creo que hace tiempo dejó de existir, siempre fué recomendable y acogedora, mi primer balcón, allí aprendí que cuando vendes una obra es como si te quitasen algo muy tuyo, sobre todo si no coges la pasta en el momento, además había un camarero vasco que era mi vecino en Lavapiés con el que viví momentos del mejor y más divertido surrealismo

Larga vida al rock`roll.

Amable, muy concurrido y lleno de conversación, un lugar donde las tardes de El Escorial pasan desapercibidas.

Música, música, que buena música pinchaban estos dos cabrones, hacían la noche interminable, como eran siempre las noches de Lavapiés.


Un beso para Javi Quintanero, uno más, la nota más alta que ningún vallekano alcanzó jamás.

Wheater Report obligaba a subir el volumen de la música a eso de la puesta de sol, espejos, sofás raidos, guiris y la vieja señora que vendía tabaco. Ya no está Rekalde, quizá por eso se ha caído el neón rosa y la especulación en forma de comida oriental lo engulla como a un mejillón.

Es lo que necesito cada día, buena música, buena cocina, y una sonrisa, es una pena que te hayas ido.























.












.








.





No hay comentarios: