A veces las cosas son casuales y el trabajo se ve inmerso, al azar, entre un océano de palabras inventadas por otros.
Me gusta estar entre palabras que no son mías ni lo serán, secuestrado y feliz, síndrome de Estocolmo.
Ahora soy ilustrador de la palabra, sin quererlo y sin odiarlo.
Publicado en el nº 11 de la revista Letrahora, elegido para el silencio que hay en las palabras.
Gracias de todos modos.
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