
Madrid de noche está llena de gatos.
Algunos se creen perros
y ladran,
enseñan los dientes a la luz de los automóviles,
aúllan si son ignorados,
pero son gatos
que se arañan hacia adentro y ven
con los ojos cerrados,
olfatean esquinas y farolas
y beben porque siempre tienen sed.
Son gatos.
Los ratones viven de día,
atrapados
entre rotondas y circunvalaciones.